Mosaico Criollo
Eleuterio Iribarren
“Mosaico criollo” no es exactamente un film hablado sino una “revista musical” filmada, que alterna géneros populares en cuatro escenas, cada una con su rótulo descriptivo: Joaquina Carreras canta el aire folklórico “Triste está mi rancho” y luego Giménez y Suárez (“genuinos bailarines norteños”) se entregan a un entusiasta malambo. En seguida Julio Perceval (“deleite de los oídos porteños”) ejecuta un solo de piano y finalmente “la graciosa intérprete” Anita Palmero canta el tango “Botarate”, de Acuña y De Cicco.
Se grabó con un sistema de discos sincronizados, análogo al Vitaphone de la Warner Bros., pero desarrollado en Argentina por Alfredo Murúa, que algunos años antes -todavía de pantalones cortos- había inventado un micrófono magnético para el registro de discos fonográficos. Esa invención rindió una fortuna en regalías y le permitió fundar su propia empresa, que denominó S.I.D.E.: Sociedad Impresora de Discos Electrofónicos.
En 1929, tras el estreno porteño de los primeros largometrajes sonoros norteamericanos y europeos, S.I.D.E. se vinculó a la productora cinematográfica Ariel (fundada por Roberto Guidi) y planificó la producción de una serie de cortos sonoros para exhibir en los cines como complemento. La serie tuvo un título genérico que relacionó ambas marcas: “Variedades sonoras Ariel – Fonografía de S.I.D.E.”. “Mosaico criollo” lleva el número 1 y sobrevivió también un segundo film, que contiene la chacarera picaresca “Doña Rosario” (de Barbieri y Rial) y un segmento titulado “El adiós del unitario”, interpretado por Nedda Francy y Miguel Faust Rocha, bajo dirección de Edmo Cominetti, que fue realmente la primera escena hablada del cine argentino.
Pudo haber otras “Fonografías”, lo que quizá explique los datos contradictorios que sobre estos materiales aparecen en las publicaciones de la época. Ambos cortometrajes fueron rescatados en 1999 y restaurados por Juan José Stagnaro, mediante gestión de APROCINAIN. (Fernando Martín Peña)
Ficha Técnica