La mujer perseguida
Jerónimo Quevedo
Cartas de amor, cartas ridículas de amor, cartas viejas de amores ridículos y una piba perseguible. Después, corridas en las clases de natación, corridas en academias universitarias, corridas en los terrenos baldíos del conurbano bonaerense. Dedicatorias, entrevistas, avenidas vacías, bocetos, militantes. Y al final, dos pibes en la calle, a lo lejos, a los gritos, a los besos.
Ficha Técnica